Me da miedo esta ventana.
Ustedes me ven o creen que me ven. Yo creo que me expongo y en realidad sólo develo lo que quiero que vean. Qué maligno, ja. Mi propia perversidad me sorprende. Sí lo sé, todo el mundo se apunta como perverso para hacerse más interesante. No soy la excepción.
Me doy miedo muchas veces.
Manipulo tan bien mis sentimientos y logro hacer realidad todo lo que me propongo. Tal vez sea que nunca me he enamorado realmente. Tal vez sea la práctica.
Pensando en mi obsesiva necesidad de cambio, me doy cuenta que lo mío no es el cambio superficial, sino la mutación, que es en sí, una vil adaptación al ambiente. Un impulso externo en el que poco tiene que ver la voluntad.
Confieso que guardo cosas inconfesables. Cosas más negras que el fondo negro de este blog.
Todo llega siempre a un punto de retorno.
Todo lo que retorna se mueve.
En definitiva, el movimiento es la opción, no más estúpidas encrucijadas.
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