Hoy pudo haber sido un día tranquilo, todo gustoso, una rica cena y una rica plática, muchos planes para el futuro, de los que sí se tienen que cumplir y muchos emocionantes destellos de posibilidad de los que quién sabe que pase, simplemente lo dulce de la vida, pero no.
Vibra el pequeño inútil y me da el tic.
Levanto mis manos y le grito al cielo nocturno nublado:
¿Qué demonios quieres de mí?
Pero no importa cuanto grite y patalee, cuantas veces maldiga...
Hay detrás de todo esto
una razón espeluznante,
un algo detestable que manipula...
Dime, cómo es que sabes, cómo te enteras, quién te lo dice...
Cómo es que con una sola palabra desmoronas toda la solemnidad de mis juramentos, que de todas formas ya son realidad.
Eso en psicología experimental se llama experimento con variables azarosas.
Se hace con ratitas y con palomas. Las deja perplejas, sin saber cuantas veces accionar la palanca para recibir su recompensa.
Pero ya me aburrí.
Así la recompensa sea dormir entre tus brazos, ya no funciona.
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