Tiene unos días que me mudé a un nuevo departamento. Okupo un departamento burgués. No, en realidad, sí pago renta, y le quito un poco que lo burgués que tenía retacándolo de libros.
Me desperté a las 7.25 y como era MUY tarde no sabía sí bañarme o no. En lo que lo decidía comencé a buscar unos papeles que necesitaba para hacer un trámite que había estado posponiendo por meses.
Encontré lo que buscaba y cuando me disponía a guardar todo lo que había sacado, las persianas comenzaron a hacer ruido. Voltee a la cocina y Thors estába sobre la barra mirando también cómo se movían las persianas, arriba la lámpara oscilaba. No hubo duda.
Fui por ella y la abracé, estábamos nerviosas, recordé entonces que iba a tardar en abrir la puerta, bajé a Thors, me puse una chamarra, abrí la puerta, la busqué y no la vi. Le grité y fui corriendo a la recámara: estaba bajo la cama.
Para cuando la saqué probablemente seguía temblando. No miento.
Bajamos las escaleras y afuera conocí a algunos vecinos. Bonita forma de presentarme.
En Whatsapp mi familia se reportaba. Flaco no contestaba el teléfono.
Decidí finalmente bañarme y sí, gracias. Réplica.
Llegué a la oficina y entonces Siria.
Y mi ánimo se fue en picada. FUUUUUUUUUUUUUUUMMMM.
Apenas un par de cosas me han hecho reír hoy.
Estas son las formas crueles en que no volvemos a ser los mismos. Nunca.
1 comentario:
yo siempre espero temblores para poder conocer a los vecinos
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