domingo, 28 de diciembre de 2008

Esto sí es espíritu navideño


Todavía no sé si le voy a Los peces en el río o a Rodolfo el emo, les transcribo dos, pero mejor vayan y escuchen cada uno de los villancicos de Fernando Rivera Calderón y Tiaré Scanda.

No sé de paz.

No sé de paz,
no sé de amor,
nadie duerme y menos yo,
es tanto miedo el que da esta ciudad,
el paraíso de la impunidad,
brilla la estrella de paz,
brilla por su ausencia.

No sé de paz,
no sé de amor,
siempre miro alrededor
no vaya a ser que ese dulce señor
sea ratero o secuestrador
brilla la estrella de paz,
brilla por su ausencia.

No sé de paz
no sé de amor
nadie duerme y menos yo
cada quien anda cargando su cruz
ni quien se acuerde del pobre Jesús
brille la estrella de paz
brile la estrella de amor."

Los peces del río

Un día me estaba bañando
cuando el agua acabose
yo me estaba congelando
y que empiezo tose y tose

pero mira que me rasco las nueces y me río
pero mira que me rasco y se me quita el frío
luego mis nueces me empiezan a doler
y vuelve a darme frío voy a desfayecer.

El mundo está desauciado
ya se murió la esperanza
el narco está desatado
y el que no tranza no avanza

pero mira que me rasco las nueces y me río
pero mira que me rasco y se me quita el frío
luego mis nueces me empiezan a doler
y vuelve a darme el frío voy a desfayecer

Absurda es esta canción
cuando menciona los peces
ellos no beben el agua
esas son puras sandeces.

Pero como crees que beben los peces en el río
es como si yo bebiera el aire que respiro
beben y beben y vuelven a beber,
los que hacen villancicos lo hacen pa' componer

pero mira que me rasco las nueces y me río
pero mira que me rasco y se me quita el frío
luego mis nueces me empiezan a doler
y vuelve a darme frío voy a desfayecer.

sábado, 27 de diciembre de 2008

Desnuda en la cornisa de un octavo piso

No, no fue porque haya llegado el látigo de ningún susodicho. Ni era un efecto de un momento de calenturismo, nada de eso. Fue por amor al arte. Y también porque, he de admitirlo, soy bien exhibicionista.

Yo fui de esas personitas que no quisieron ir a encuerársele al Spencer Tunik en el Zócalo por mucho que lo enarbolara como proyecto de arte y que mi alma Mater estuviera involucrada en el asunto. ¿Entonces por qué ahora sí? Pues porque esto me pareció más genuino y sobre todo, porque yo iba a ser un elemento fundamental, no la nalga 3486 en una foto llena de nalgas.

La idea era hacer una interpretación abstracta del encuentro de Edipo con la Esfinge, y sí adivinaron, no me tocaba ser Edipo. El escenario era la cueva de la Esfinge que reinterpretado terminó siendo un departamento bastante mono en Huipulco. Y hasta allá fui un sábado por la tarde. Platicamos qué era lo que tenían pensado y les pedí que fueran totalmente directivos conmigo ya que desde los primeros contactos yo les había advertido que no tenía idea de cómo posar para fotos así… (dije fotos así). También comenté la existencia de Leviatan y del Ojo del mítico gato negro, pero me dijeron que no había bronca, que hasta iba bien con toda esa onda.

Originalmente, en la foto aparecerían otras dos personas, pero al final de cuentas les dio frío y no fueron, por lo que se tuvo que hacer un trabajo más abstracto usando cosas que estuvieran al alcance. Entonces sí, me convertí en el elemento humano más importante de la composición. Ja.

Y la neta, ahí en la cornisa de la ventana, sí hacía frío. Fue una situación bastante impulsiva la que me llevó ahí, me dijeron: ¿te dan miedo las alturas? Me reí y dije ¡claro que no! Ah, entonces podemos intentar otro lugar. Entonces, pusieron el lienzo rojo que habíamos estado usando como elemento de color en la composición sobre el cemento y con una escalerita salí a la cornisa. A lo lejos podía ver personas caminando en las calles cercanas y no voy a negarlo, me excitó la idea de ser descubierta en ese momento, pero creo que eso no sucedió, estaba bastante alto y en una zona muy tranquila. Para tomar las fotografías, tuvieron que salir a la cornisa de la habitación contigua.

De las casi 150 tomas que hicieron para el numerito, fue sólo una la que finalmente presentaron en el proyecto. Aunque no quedó ninguna de la cornisa. He estado pensando si la publico o no, y como este es un blog familiar y apto para niños pues sólo será una partecita.

Puede que con esto me vea como toda una exhibicionista, pero bah, han visto cosas peores.

miércoles, 24 de diciembre de 2008

la navidak me da hueva o cómo se frena el calentamiento global


Me acuerdo de esa vez que lloré y lloré hasta conseguir un regalo navideño. Mi jefes no tenían varo, y ahora que lo pienso fue una de esas crisis a las que casi no está acostumbrado el país, de hecho en mi corta y lozana vida llevo cuatro: 1982, 1988, 1992 y esta que patalea mientras pierdes el tiempo leyendo blogs. Sí debió ser esa de 1988, porque yo era una mocosa insensible a la que no le importó que sus jefes tuvieran que parir chayotes para comprar el neceser con luces y espejito. Pero nunca he sido una mocosa desagradecida, pues todavía guardo ese regalo. La navidad es una de esas cosas que además de darme mucha hueva, me pone melancólica. Tal vez tenga que ver con qu el 98% de las navidades las he pasado solterita o por aquella de 2001 cuando pasé una de las más amargas: mi mejor amiga me llamó como dos horas antes de la cena para decirme que mi exguey ya andaba con otra y que no podía dejar pasar más tiempo para decírmelo porque sabía que eso me ayudaría a olvidarlo pffff y luego entonces cuando subí a mi recámara a llorar mi dolor descubrí que mi hamster, Capone, estaba todo tiesecito en su rueda. Sí ajá feliz navidad.

Ahh, la navidad esa cosa tan foreverandever , que trae tantos recuerdos. O como aquella en la que no pude probar ni pizca de la cena porque me acababan de sacar una muela. O la cena de año nuevo pasada que pensando la correcta cicatrización el tatuaje tampoco prové gran cosa. La neta mi espíritu navideño se circunscribe a la enorme alegría que siento cuando toda la fauna familiar se reúne a echar desmadre. Ahora mis primos llevan a sus morras con las que están matrimoniados (uno formalmente y el otro pendejamente), llegan mis compadritos con mi ahijada Abytzuki, ponemos un nacimiento enorme y tragamos como si fuera a acabarse el mundo.

La navidad también sirve para crear clichés, el más grande de ellos es Santa Claus, pero creo, hay uno que está consolidándose año con año: Los osos polares de Coca cola.

¿Cómo me di cuenta de esto? pues porque desde hace ya bastante tiempo en mi casa hemos tomado muchas medidas para frenar el calentamiento global, una de ellas es decirle a Emi cada que abre el refri por hobbie, “cierra el refri o se van a morir los ositos polares”, normalmente el susodichito suelta su consabida frase “que se mueran” tan digna de su generación (que ya no es ni x ni y ni z, es generación Google o youtube).

Peero ahí viene la publicidad con su horda de mensajes sembrados en los inconscientes de las inocentes criaturas. El año pasado, uno de tantos días, luego del esquema antes mencionado:

1. Escuincle abre el refri. 2. Abuela, mamá y tía al más puro estilo fascista dicen primera frase citada arriba entre comillas… pero, oh sorpresa… una de esas veces no llegó el paso siguiente: 3. Escuincle dice segunda frase encomillada, sino que suelta un compasivo “¿Los ositos Coca cola?”

Fue entonces cuando me decidí a escribir una carta a Canal Once, National Geographic, Discovery Chanel y anexos para decirles que sus documentales sobre la naturaleza y en especial los de ositos polares son una mierda y que tienen que aprender más de Coca cola. (También por eso hice el tradicional cuento de metatetos que hice y que voy a publicar hasta mañana)

Feliz navidark.

jueves, 18 de diciembre de 2008

totalmente de acuerdo


El otro día platicaba con mi rumi esa gran contradicción de mi vida:
todo mi trabajo está orientado a los adolescentes, pero no los soporto cuando hacen ruido a mi alrededor, jajajaja

Keanu... (inserte suspirotototote)


Iba ayer a ver El día que se detuvo la tierra pero luego ya no , entonces hoy iba a ver Vicky Cristina Barcelona, pero mejor veo la primera, total, no quiero ver a Bardem porque me recuerda cosas que no son.

Y la voy a ver porque ya saben, muchos luego dicen que ¡uy, Keanu no actúa nadita! y eso, ya ven, uno siempre de crítico de cine, de crítico de arte, de crítico de vida y en estado crítico. Total.

Qué de malo tiene que una quiera ver a Keanu, nomás verlo. La historia es lo de más o lo de menos, pero vaya, la mirada de Keanu, y esa sonrisa no tiene precio. Es más, si me dijeran que en el cine van a poner un ppt con 3786 fotos de Keanu, qué creen, de todas formas iba.

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Tiene casi dos semanas que puse de alarma despertador del phone la canción de La Rosa, entonces todos los días me despierto oyendo “No hay placer sin dolor, no es amor si no lastima…” y como toda persona normal, apago la alarma y me sigo durmiendo y adivinen qué, sueño bien bonito y por eso he llegado bien tarde a trabajar, pero me vale madres. Estoy decidida a seguir soñando así de bonito y cuando esa rola ya no funcione voy a poner otra que no sea igual pero tenga el mismo efecto y van a ver, qué chulada de nena voy a ser, siempre de buenas y siempre sonriendo. He ahí mi remedio para la crisis.

domingo, 14 de diciembre de 2008

antes quel alzheimer me alcance

Me estoy acordando de hace unos días que tocó La Barranca. (las personas a mi alrededor ya me alucinan porque sigo iniciando conversaciones con esa frase) una de las rolas que más me sorprendió fue Como si Fuera Tolteca. Y es que sonó increíble. Los arreglos y toda esa densidad que adquirió la rola en ese momento fue muy cabrón, qué digo cabrón, estuvo así cabronsisimisimo. Porque además la rola tenía el violín de Cox y siento que la tocaron con todos los huevos ( y con las manos en los instrumentos, claro) no sé si fue eso o que es una de esas rolas que yo nunca había escuchado en un concierto.

La introducción que dio José Manuel fue algo más o menos así, “El nombre de esta canción es una frase que usaban los antiguos aztecas para referirse a un ideal, a un estado superior que era deseable alcanzar” Y tómenla, soltó los primeros acordes y la banda enloqueció. Bueno enloqueció la banda que conocía la rola, los otros creo que nada más la disfrutaron mucho.

La cuestión es que ahorita que escucho la rola grabada, me doy cuenta de la enorme diferencia de escucharla en vivo. Creo que no hay palabras más precisas que esas “en vivo” porque esa experiencia neta, no exagero, fue nivel supersayayin.

Qué bonito es recordar… (inserte aquí suspiro tipo Libertad Lamarque)

miércoles, 10 de diciembre de 2008

Pop Corn

Me gustan mucho las palomitas. Me recuerdan mi dulce infancia y todas esas cosas que pasaron ayer o antier, y que son bonitas por si mismas.
Las palomitas son seres susceptibles. Ni creas que poniéndolas en el micro con los tres minutos que dice el empaque va a ser lo ideal para ellas. No, las palomitas son en mucho parecidas a mí, necesitan que las escuches atentamente para saber cuándo están listas para explotar y en ese momento detener todo antes que queden calcinadas. Pero por supuesto la explosión de las palomitas es lo que se busca, lo que no pasa con la mía, y por supuesto la de ellas es un mejor espectáculo que realmente le trae beneficios a la humanidad.
En cuanto a las palomitas que me llevo a la boca, yo no discrimino en nada, pero me gustan mucho las que tienen apenas un esbozo de carbonización y también las que quedan a medias dentro del grano de maíz.
Me gusta masticarlas y hacer ruiditos.
Esas cosas llanas y simples que me hacen feliz.

En noticias no felices, mi dentista me informa que tendrá que someterme a otra cirugía para sacarme una muela del juicio. Lo verdaderamente grave es que ni siquiera en el messenger con mis iconitos que hacen ojitos y cara del gato de Shrek lo he convencido de que sea mi proveedor de drogas legales. snif.

domingo, 7 de diciembre de 2008

Metatexteando de nuevo...

¿Qué harías con cien balas no rastreables? Este es mi ejercicio

Amalia salía cada madrugada, con el pelo mojado y la cara lavada. El tiempo para pensar, para sentir escaseaba. Un pasado lleno de plenitud la inquietaba, cuando sus manos gráciles con el espacio y el color creaban, cuando un prometedor futuro le auguraban. Regresa a casa cansada, sin ánimo de encontrarse con la adolescente atolondrada, que cada día más le recuerda su juventud gastada. Con un breve sueño como puente, a su vida diurna se trasladaba. Otra mañana de escuela, banco, supermercado, tráfico, desesperanza. Una escala en el estanquillo la aclama, con el lápiz en los labios una combinación piensa, concentrada. Algún día un golpe de suerte la elevará en los hombros de la victoria alada. Se acabarían las quejas, los gastos, las cuentas pendientes, la vida simulada. Camina abrumada cuando una misteriosa mujer la llama. Parsimoniosamente explica una inquietante proposición que la tiene exaltada: un revolver con cien balas, una oportunidad soñada. La ansiedad de su alma resuelve en un minuto la gran encrucijada, a su trabajo se adelanta, buscando una agenda que la dueña atesoraba. Del primer disparo surge una flor roja que un pincel detalla. Con desden hojea, más de cien nombres muy conocidos encuentra. Del bolsillo saca la combinación que esa noche juega. Los números barajea, elige destinos para cada bala. La velada empieza sin la rutina ensombrecida que tanto la atormenta, la noche, la ciudad, y por fin, los pinceles la esperan. Se le ve tan viva, ilusionada, emocionada…

no soy tu fan



¿De verdad quieres que piense que nada de esto vale la pena?