lunes, 22 de noviembre de 2010

*cursor que titila*

Siempre he preferido la entrada de Blogger en blanco que la página en blanco. Seguramente porque es más fácil llenar de ideas random este espacio que estructurar oraciones que deben tener sentido, que van en otros espacios y con otros fines.

Han pasado miles de sensaciones por mi cuerpo en estos días. He aprendido una fórmula mágica que me llevó de un largo periodo sombrío a una sensación de paz que ahora puedo compartir.

Los detalles realmente no importan. Tengo a la felicidad sentada en el hombro derecho.

Importa que me sigo cuestionando a cada momento si estoy siendo la que quiero ser. Si estoy dando de mí en la justa medida. Si estoy recibiendo recíprocamente.

La conclusión realmente no importa. Tengo la convicción de que pase lo que pase, nada va a poder detenerme.

Con quien siento que me estoy debiendo unas palabras es con el Detective. La última vez que lo vi estaba muy cansada y harta de las circunstancias de ese día.

Luego de eso, siento que apenas me he detenido para respirar. Pequeños problemas suceden a grandes obstáculos, me he sentido incluso, rebasada por mis sentimientos, pero con suficiente ánimo para avanzar, respaldada por unas niñas que me han abierto sus brazos y me han hecho fuerte. Muy fuerte.

Me siento como hace once años, aquella tarde soleada, cuando salí del trabajo y me puse a caminar sin rumbo aparente, hasta llegar a una gran avenida con un andador en medio. Me senté en una banca y con los audífonos en posición escuchaba mientras sentía como la caricia del sol, el encuadre de la calle, la tranquilidad de la tarde sentada junto a mí ponía todo en su sitio y cada una de estas palabras tenía sentido:


Las quiero Ale-Eve-Volga-Julieta-Nan-Ady-Ali-Dulce.

El orden, realmente no importa.