jueves, 6 de octubre de 2011

Si se muere el último poeta, que me maten.

Hoy fue un día en que pude experimentar en un mismo sitio, dos sensaciones totalmente extremas. Fui a la Casa del Lago a una sesión del ciclo Poesía en voz alta. Estaba anunciado Francisco Hernández, razón por la cual, hice todo lo posible por ir. Antes de él hubo una primera participación de un colectivo de jóvenes poetas que no tuvieron piedad del público. Dieron un espectáculo sórdido, que me hizo pensar que ya estaba vieja para ese tipo de poesía. Y no fui la única. Morros, después de escucharlos durante una hora hilar palabras sin que pudiera darle ningún sentido, les daré un consejo: Dedíquense al haikú.

Pero este mal sabor de boca se desvaneció por completo cuando apareció en el escenario, la alta figura de Francisco, que acompañado de un pianista, un violinista y una jaranera, recitó las coplas de Mardonio Sinta. Tanta musicalidad y gracia, el hablar del amor con tal sencillez y pasión como pocos pueden hacerlo... pero vale la pena decir que él puede por ser tan poeta y tan veracruzano. Sus coplas conquistaron inmediatamente a un público, que al final, aplaudió con el ánimo arrebatado.

Les dejo acá una de esas bellas composiciones que cobraron vida en voz alta:

La soledad y el beisbol

La soledad es terrible
como un corazón de roca.
Si me trepo a un dirigible
me acompañará una choca.
Así ha de ser imposible
la tristeza de mi boca.

Yo quise ser pelotero
en las ligas de los llanos.
Resulté muy mitotero
aunque tenía buenas manos.
Mejor me hice jaranero
de los bailes provincianos.

"Un palo de vuelta entera"
es algo de gran valor.
La atmostera se agujera,
se aplaude a todo vapor.
Bulle en lo alto la bandera
del equipo ganador.

La soledad es quebranto
como un jueves* sin alcohol.
Sin embargo, yo me aguanto,
lleno de leche un perol.
Ya vienen los días de llanto,
tú te fuiste y no hay beisbol.

¿Quién me quita lo cantado? UNAM, 2007

* la versión original dice viernes, pero la leyó en jueves.