Las condiciones para la reducción de la agresión defensiva.
Como la agresión defensiva es una reacción preparada filogenéticamente contra las amenazas a los intereses vitales, no es posible cambiar su base biológica, pero puede controlarse y modificarse como los impulsos arraigados en otras disposiciones instintivas. La principal condición empero para la reducción de la agresión defensiva es la reducción de los factores realistas que la motivan. Esbozar un programa de cambios sociales que lo llevara a cabo es a todas luces una tarea que no puede emprenderse dentro del marco de este libro, y me limitaré a unas cuantas observaciones.
La condición principal, naturalmente, es que ni los individuos ni los grupos se amenacen unos a otros. Esto depende de que haya bases materiales que provean una vida digna para todos y haban la dominación de un grupo por otro imposible e ininteresante. Esta condición podría realizarse en un futuro previsible mediante un sistema diferente de producción, propiedad y consumo; pero decir que podría hacerse, naturalmente, no quiere decir que se hará ni que sea fácil. De hecho es una tarea enormemente difícil que por esa misma razón solamente muchas personas con buenas intenciones prefieren no hacer nada; esperan impedir una catástrofe cantando ritualmente las alabanzas del progreso.
El establecimiento de un sistema quegarantice el proveimiento de las necesidades básicas y sobre todo la desaparición de las clases dominantes. El hombre tendrá que dejar de vivir en condiciones de “zoológico”, habrá que devolverle su plena libertad y todas las formas de poder explotador habrán de desaparecer. El que el hombre sea incapaz de arreglárselas sin jefes ni contralores es un mito que refutan todas aquellas sociedades que funcionan perfectamente sin jerarquías. Naturalmente, esa transformación acarrearía cambios radicales, políticos y sociales, que modificarían todas las relaciones humanas, la estructura familiar, la educacional, la religiosa y las relaciones entre individuos en el trabajo y el ocio.
En tanto la agresión defensiva es una reacción no a peligros reales sino a supuestas amenazas, debido a la sugestión de las masas y el lavado de cerebros, los mismos cambios sociales fundamentales abolirían la base para la aplicación de este género de fuerza psiquica. Basándose la sugestionabilidad en la impotencia del individuo y su pavor ante los jefes, los cambios políticos y sociales que acabamos de mencionar conducirían a su desaparición y correspondientemente, a la formación del pensamiento crítico independiente.
Finalmente, para reducir el narcisimo de grupo habría que eliminar la miseria, la monotonía, el embotamiento y la impotencia existentes en grandes sectores de la población. Esto no puede hacerse simplemente mejorando las condiciones materiales. No puede ser tan sólo el resultado de cambios drásticos en la organización social para hacerla pasar de la orientación hacia el poder, la propiedad y el mando a una orientación hacia la vida; de tener y atesorar a ser y compartir. Esto requerirá el más alto grado de participación activa y responsabilidad por parte de cada persona en su papel de trabajador o empleado de culquier género de empresa, así como en su papel de ciudadano. Habrá que idear formas enteramente nuevas de descentralización, así como nuevas estructuras políticas y sociales que acaben con la sociedad de anomia, la sociedad de masas compuesta de millones de átomos.
Ninguna de estas condiciones es independiente de las demás. Son parte de un sistema, y de ahí que la agresión reactiva pueda reducirse al mínimo sólo si todo el sistema, tal y como lleva existiendo en los últimos seis mil años de historia, puede reemplazarse por otro fundamentalmente diferente. Si esto ocurriere, las visiones que fueran utopía con Buda, los profetas, Jesús y los humanistas utopistas del Renancimiento, resultarían soluciones racionales y realistas, que servirían al programa biológico básico del hombre: la conservación y el desarrollo del individuo como de la especie humanos.
Anatomía de la destructividad humana. Erich Fromm.
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