miércoles, 6 de octubre de 2010

La milésima esperada

Tengo dos días tratando de escribir aquí sobre cómo me siento, pero se me hace difícil precisarlo. Comienzo a perfilar las ideas de la felicidad o la incertidumbre y de pronto siento que todas las palabras me cansan. "Las gastadas palabras de siempre" diría Francisco Hernández.

Y así, cada palabra que escribo, se va amontonando en la dialéctica del lugar común. Y me asfixio. Pero aún así vamos ya en el tercer intento.

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Fui a ver Año bisiesto. Sobre ello comencé a escribir anoche y sólo obtuve un "No hay abrazos para soledades ríspidas". Mujeres que buscan sexo ocasional pretendiendo que no quieren ser amadas. Eso ya es un cómodo lugar común.

[Sobre todo cuando comienzas a cerrar ventanas. Ahora no me importa si no se abre ninguna puerta. Quiero todas las ventanas egoistas cerradas.]

Me vi en el listado del super de la protagonista, [200 gramos de pechuga de pavo San Rafael Balance, y no me ponga más porque sólo me como 200 gramos en una semana.] pero no en esa necesidad de compañía. Creo que en estos años ya aprendí a disfrutar la soledad y a equilibrarla con una buena dosis de amigos y compañías presenciales y a distancia.

Me vi en ese estar desnuda por gusto y también en la atracción destructiva.

Y ahí viene el tema del masoquismo. La película retrata con detalles la sumisión, pero no sé qué me creó un vacío conceptual. Si el masoquista no siente placer no hay sadomasoquismo, sólo hay maltrato. Creo que en ella, el dolor que recibía de la pareja era una transferencia del autocastigo del que era incapaz, pero no era placer. Esa es mi conclusión.

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Me gusta el otoño, y me gusta aún más que el invierno ya se lo esté comiendo. Me gusta el ritual de vestirme con un sueter encima del otro y luego el abrigo y la bufanda y en el resto del día jugar al videoclip en reversa e irme liberando de todo. Hasta que llega la hora de darse de besos con la noche y ponerse todo encima, para llegar, con o sin escalas, hasta la cama, arrancarlo todo y hundirme en el ortopédico confort. Ahí les va otro lugar común: la cama calor de útero.
Pero la cama calientita es de quien la trabaja. Es un shock total entrar en una cama fría. Tiemblo.

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Me está dando mucho trabajo levantarme. Mis motivaciones se desinflan. Es acá cuando la estrategia es dejar de postegar. Arreglar asuntos colgados de cables como zapatos con idiomas propios.

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Y ya llegué hasta aquí sin decir gran cosa, pero sintiendo que ya fluyen mejor los lugares comunes. Por que, dejando las mamonerías a un lado, es el 99.999999% de lo que haremos en todas nuestras vidas. Mientras, amigos, compañeros, visionarios, poetas, sigamos persiguiendo la milésima esperada que cambiará nuestras vidas.


1 comentario:

Ismael dijo...

Hola Lu, encontre tu blog digamos no por pura casualidad, espero que sepas quien soy jejeje!! ya le di seguir pues me gusto tu blog y cuando sea grande espero ser como tu. Te invito a pasar a mi pequeño y sencillo espacio espere te agrade.
http://chicome-mazatl.blogspot.com/
nos estamos viendo en La Barranca