No hay mar en la ciudad, no hay horizonte que mirar,
pero a veces sabe a sal el pensamiento.
Surge desde el centro en un oleaje circular
el caos que se expande a los extremos.
No hay mar en la ciudad, no hay vestigios de coral,
hay si acaso una ilusión de marea.
Sólo al regresar una noche en un avión
el océano de sus luces se despliega...
Y pienso que hace sólo dos meses estuve en el mar, y siento como mi piel lo necesita a cada momento. Y me pregunto si era yo la que decía que viviría toda su vida aquí. ¿Me habré extraviado en el vuelo? ¿Me desprendí en el revolcón de una ola?
Sigue siendo mágico que -otra vez- llegaran ellos con estos fragmentos de su pensamiento que llenan espacios vacíos en mi rompecabezas.
1 comentario:
qué rola!
esos últimos versos también me partieron el hocico!
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