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Lo visible oculta lo invisible, por lo tanto seguiré buscando mi centro indestructible.
Otro de esos textos tan complicados e inentendibles que me gusta escribir. Quinto ejercicio de Metatextos que cada día se pone mejor. Se trata de escribir sobre la lectura.
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Como cada noche, deambula en la inmensidad de esos lúgubres pasillos, hasta llegar a esa puerta. Por inercia la empuja. Para su sorpresa cede ante sus manos. Una mortecina luz le permite ver una figura envuelta en una vetusta capa negra, en una mano sostiene la única vela que ilumina la habitación; en la otra, un libro muy antiguo. Recita las páginas en un idioma ininteligible. Su voz apenas es audible sobre el eco de sus pasos. Aquella aparición avanza hacia el fondo de la habitación, alejándose.
El hombre, de pie en el umbral, no se atreve a entrar. En su interior, lucha contra la indecisión. El tiempo transcurre indefinidamente.
De pronto, escucha los pasos del encapuchado que se acercan desde un lugar que no alcanza a precisar. Con un creciente temor lo ve aproximarse rompiendo la oscuridad. Un detalle inaudito llama su atención: al paso de la figura espectral, la luz de la vela ilumina la pared blanquísima en la que, de la nada, se van dibujando símbolos a la par de la voz que recita. Inmóvil, ve la figura avanzar hacia él, cada vez más cerca. Al llegar a la puerta, aquello alza la vista y revela una terrorífica visión: el hombre ve… su propio rostro.
El electrificante sobresalto lo hace olvidar por un momento su misión, lo único que da sentido a su existencia. En un parpadeo la puerta se ha cerrado. Así que continúa su camino con la vela en una mano y el libro en la otra, su voz se alza nuevamente trazando los símbolos en la pared:
“Como cada noche, deambula en la inmensidad …”
Apunto de dar el siguiente paso, esas palabras reverberan en su cabeza atisbando una iluminación…
Un último impulso lo hace volver la cabeza y contempla el símbolo de la puerta que abre su conciencia con el filo de una certeza:
Este juego es infinito.
A eso yo contesté con un emoticoncito llorón y un “buaaaaaaaaaa yo quería ver a Jaime” y me dijo, y por qué no vas. Es fin de quincena y tengo cinco pesos para llegar mañana al trabajo. En ese caso yo te invito, ve a la mesa de prensa y di que eres mi invitada.
Inmediatamente acudió el emoticón “ojito de remi” mientras yo botando la laptop brincaba de felicidad en el sillón. En realidad el pase era doble y dije, al primero que se conecte lo invito. Y voilá, que se conecta el negro suertudo y sin que yo le dijera vas, ya se estaba apuntando.
Seguí en la conchudez total y como a las cinco decidí bañarme. Se me hizo algo tarde. Ya me estaba esperando y entramos corriendo. La ventaja de ser “invitada especial” fue que nos tocó luneta, cuando en el Teatro de la Ciudad generalmente compramos en los nidos de las golondrinas, bueno no tanto.
En cuanto se corrieron las cortinas rojas, enmudecí ante la visión: Jaime acompañado tan sólo de su guitarra en el escenario, llenaba todo el teatro con su presencia.
Esforzándome en vano por reprimir mis instintos carnales, esgrimí unos cuantos “grrrrrrrrrrr” al aire. Luego de la tercera rola llegó la siguiente sorpresa de la noche. Ante mis ojos cierto Mozuelo Andaluz, dado a emborrachar gente con whisky, se acomodó en la butaca de al lado. (miau!!)
Pero lo que realmente me vino a partir la madre fueron los primeros acordes de una rolita que dice más o menos así:
Corazón de Cacto
Noche tras noche el amor con distinta piel
envolvió al velador trasnochado de mi corazón
noche tras noche al saciar el sueño su sed
deja un beso distinto en los labios de mi soledad
(coro)
El amor como un nubarrón,
llueve recio y tupido y luego se va,
y si llega a quedarse
se va evaporando, se va...
Sorbo tras sorbo en el fondo del, viejo bar
absorbiendo el amor, gota a gota, está un corazón
Sorbo tras sorbo en el bache del, eje vial
transplatado te veo en el desierto de esta ciudad
(coro)
Ese beso que ya se secó
todavía crepita
se crispa y palpita en un corazón
corazón de cacto
cacto de asfalto
corazón de cacto
cacto de asfalto
Sigue guardando beso tras beso
que ya lloverá
ya, lloverá...
Y sí señoras y señores, con tantas emociones encima, me doblé y salió a flote la pinche lagrimita traicionera que ya me agarró de cliente en los conciertos.
Ahora imaginen el siguiente doblez cuando escuché los acordes de:
Sácalo
Quiero decir que estoy harto de mí
Si algo de ti permanece aquí
Sácalo, Sácalo
Antes que me lleve el diablo
Sácalo, Sácalo
Antes que nos lleve el diablo
Si tuviera religión me pondría a analizar
Si tuviera ideología pondríame a rezar
Quiero creer que revive el ayer
Pero la piel se volvió papel
Tírala, Tírala
Saca la primera piedra
Tírala, Tírala
Tira la primera piedra
Si sumida en la prisión te podría liberar
¿Porqué en la libertad te vas a encarcelar?
Quiero decir que estoy harto de mí
Si algo de ti permanece aquí
Sácalo, Sácalo
Antes que me lleve el diablo
Sácalo, Sácalo
Antes que nos lleve el diablo
Mi enemiga no eres tu, tu enemigo no soy yo
El enemigo común, está alrededor
Sácalo, Sácalo
Antes que me lleve el diablo
Sácalo, Sácalo
Antes que nos lleve el diablo
Jaime entonó además otra canción que me estremeció, una que habla, precisamente, de amores platónicos ¿Qué fue de la gran Betty Boop? Luego, dejó la guitarra, tomó la armónica para hacer un intro y cantó a capela, para lo cual el público aportó la música de sus manos. Era él, el roquero urbano, el trovador de voz correosa y explosiva.
Posteriormente Al-guien definió a Jaime como un músico que se mantiene siempre en la zona de riesgo. Y no es para menos, un hombre con solo su voz y su guitarra movió todo un teatro con tan solo una sonrisa, pero qué sonrisa.
Y aunque Jaime ya me había hecho la noche, aún faltaba LENINE , un excelente músico influenciado por el rock y el pop que fusiona con los ritmos brasileños, coqueteando también con el jazz y el blues. A pesar de las lagunas idiomáticas, disfruté sus canciones tanto como los ¿cincuenta? ¿cien? brasileños que acudieron teatro. Para muestra, aquella noche les dejé un par de videos, uno de ellos de la canción Medo (Miedo) en la que participa, como aquella, noche Julieta Meniegas (perdón, Julieta Venegas).
Lenine, me gustó, me encantó, me puso en un mood vibroso muy diferente. Y es que su voz es una de esas fuerzas que se te meten por los poros muy despacito y para que es más que la verdad, te seducen. Así que acomodada en mi butaca, atisbando el perfil del mozuelo andaluz y sosteniendo la mano de mi mejor amigo, dejé que Lenine poseyera mis oídos.
Viví veinticinco años sin ti. Veinticinco años sin saber que necesitaba leerte al menos cuando la luna no está y no sé donde buscarla.
Llegaste entre maullidos y no podía ser de otra forma. Eres una enfermedad contagiosa de todos los gatos de mi camada.
Los síntomas son confusos: alegría inusitada, encantamiento irracional, sensorialidad plena, casi villana.
Fui con el bibliotecario, hombre de ciencia, para que me diagnosticara. Me dijo que presento un serio cuadro de nostalgia perenne a causa del síndrome de la antología agotada.
Te he buscado debajo de las piedras y de los bestsellers. En callejones pintorescos de cuyo nombre no quiero acordarme. Busqué tus huellas, busqué tu voz, busqué tus ojos.
Hasta que una noche profunda encontré tu estampa que ilumina esta página.
Y qué te puedo decir, que tus dedos largos no hayan escrito ya, y que tal vez al escucharlo de viva voz, lo pueda entender por fin :
que la luna no es una gota de semen,
que el dolor será mi alimento aún después de muerta y por supuesto,
que ojalá te encuentres con los ojos de todos los que te han leído.
En mí, los boleros son una tradición. Los escucho desde que escucho, los recuerdo saliendo de la vieja radio de mi abuela, en la voz de mi tía que los canta tan bien mientras lava los trastes. Ahora, los colecciono en mp3. Porque no tengo más que desearlo, para que empiecen a reproducirse en mi cabeza.
Somos boleros bifurcados en una explosión de emociones demasiado intensa para sólo sentirla, tiene que salir, tiene que hacerse canción, hacerse letras, desbordarse por los poros.
Es curioso que sea un bolero y tu personal interpretación de él lo que me haya llevado tan inconscientemente a manifestar oníricamente lo que todo el mundo sabe.
Porque el bolero es el génesis de surrealidades a todas formas posibles. Y a veces, cuando la magia de la evocación es infinita, el bolero se hace sueño o yo quisiera pensar que ese sueño, es la frase más bella un bolero que aún no escribo.
No sé cómo le haces que siempre sabes cuándo llamarme, siempre.
Escuchaba mi programa de radio favorito, que me hace reír como loca, tenía frío. Estaba parada en ese lugar que es nuestro punto de reunión desde hace ¿cuántos? ¿cuatro años? Y te esperaba. Y me encontraste riéndome sola.
Llegaste puntualito, y te vi llegar y no te vi. ¿Dónde quedó el deportivo blanco? No creas que me quejo, no más me da envidia que tengas la camioneta que yo quiero y en mi color favorito.
Subí, nos miramos y sonreíste. Sentí cosquillas. Ahí vamos otra vez.
Varias mujeres han pasado por tu vida y varios hombres por la mía. Y siempre, tarde o temprano volvemos a vernos. Con la sutil diferencia de que yo no le he faltado a nadie pero tú sí. Sutil diferencia que me ha obligado a no verte como algo más. Sutil diferencia que me obligó a no enamorarme de ti en aquel entonces. Bueno no tanto.
Esa mañana estuve leyendo las cosas que he escrito y que tienen que ver contigo. Un par de cuentos, un par de cartas y muchos poemas. Me asombré, en ese repertorio está uno de mis mejores poemas. Y ¿sabes?, todavía tengo guardada una serie de fotos que llevan por título “huellas de oso”.
No te voy a mentir, no sentí toda esa expectación de este tipo de encuentros, estaba contenta de volver a verte, pero no queda nada de idealización. Básicamente por que contigo se perfectamente a lo que voy.
No quise preguntar a dónde íbamos, no me gusta, prefiero no saber hasta estar ahí. Pero cuando vi a dónde pretendías entrar no pude reprimir esa vocecilla perversa de no sé quien, que salió de mi propia garganta:
- Pues ya que estamos celebrando tu ascenso, prefiero conocer tu nueva oficina.
Yo no me acordaba que te había regalado mi boca. Pero tú sí.
Este es el tercer ejercicio de Metatextos 2.0 , pero ya corregido y aumentado.
Consiste en elaborar un texto de un encuentro erótico pero desde la perspectiva del sexo opuesto.
Como siempre, hice lo que me dio mi pinche gana y estoy orgullosa de mi texto.
Si quieren ver cómo estaba antes y los 40 deliciosos comentarios que tiene den clic acá, se van a divertir, ven que ni me gusta discutir y hacer polémica. Quiero aclarar que allá el límite de palabras es de 300 y acá casi son el doble.
Isabel La Caótica
Maldita ruca! no le voy a contestar. Nomás porque financia mi investigación cree que me tiene de los huevos, que me puede gigolotear a su antojo. Pero yo tengo la culpa por pendejo, por estar ahí cuántas veces llame, así sea media noche y tenga que ir a sacarla de cualquier tugurio de mala muerte, hasta su madre de borracha y casi encuerada, para terminar cogiéndomela en plena calle si se le ocurre a la reinita, si no tuviera ese culo tan redondito...
Y para acabarla me manda a este pinche congreso en el fin del mundo, justo cuando el Proyecto América está por alcanzar la fase IV. Otra vez el teléfono, ¡con una chingada!
- ¿Cristofer?
- Qué.
- Conéctate a videoconferencia en este momento.
- Estoy en medio de otra conferencia Isabel, no puedo.
- Bebé, eso no es lo que mami quiere escuchar...
- Detesto que me digas así y lo sabes, soy el Director de Investigación y Descubrimientos Genéticos, ¡carajo Isabel tenme respeto!
- Ok, ok, escucha, te tengo algo mejor, ¿seguro que no quieres conectarte?
- Está bien, subiré a mi habitación y más te vale que sea algo importante, en treinta minutos presento los avances de mi proyecto.
- ¿Tú proyecto?
- Ya cállate.
Qué se te habrá ocurrido ahora, tu última puntada casi me cuesta el puesto, yo cómo iba a saber que tu secretaria era menor de edad. Ay, Chabelita, tienes cada técnica para persuadir... nomás me acuerdo, ufff… María desnuda, amarrada de pies y manos al escritorio y tú, pinche vouyer, grabando ese video que “misteriosamente” llegó al Consejo. Pero con los últimos resultados de mi investigación, te tendrás que tragar tu soberbia y veremos a cuál de los dos designan para dirigir el Consejo. Y más te vale que traigas puesto el corsé negro, o algo que compense esta pérdida de tiempo...
- Listo, Isabel ¿estás ahí?
- Sí.
- ¿Qué haces en la sala de juntas, hay reunión de staff?
- No bebé, hay una reunión, pero no con esa bola de vegetes aburridos, aunque sería interesante averiguar si aguantan el ritmo, jajaja...
- ¿Y entonces para qué te desnudas ahí mamacita?
- Para que me pongas atención cuando te hablo, idiota, he estudiado tu bitácora y me di cuenta de que podemos acelerar la activación genómica y además implantar ciertas encimas para desarrollar algunos tejidos en la fase de diferenciación para que los prototipos sean, mmm... digámoslo así, más eficientes y apetecibles.
- Mmm... aja, apetecibles... como eso que estoy viendo... ahhhh, lo siento, tengo que dar una conferencia, podemos dejar esto para después, además los prototipos deben ser lo más neutros posibles para no generar un uso indebido. Pero lo discutiremos cuando esté de vuelta, apenas entiendo lo que dices.
- Es que tú por neutro entiendes andrógino y a mí no se me antojan mucho así.
- A ver, dame un segundo, ¡sácate ese pinche tubo de ensayo y explícame de qué hablas!
- De que en tan solo 42 horas obtuve mejores resultados que tú, ¿quieres verlos?
- ¡¿De qué chingados hablas?! ¡Por Dios Isabel, cómo fuiste capaz! La DG-AMR no ha terminado su proceso de maduración, está en fase imperfecta, y esas proporciones, son... ¡son obscenas!
- Relájate Cristofer y disfruta el espectáculo.
- ¡Maldita enferma, saca su cabeza de entre tus piernas!
- Qué quieres Cristofer, soy una visionaria, siempre he dicho que la ciencia debe estar al servicio de la humanidad.