sábado, 5 de noviembre de 2005

Carta a un Osito en Taiwán

(Originalmente escrita en mi diario)
Hace dos meses

Querido Osito:


No quería que tú llegaras a esta libreta, estabas en las otras donde sucede todo lo bello y lo posible, pero hoy ya estás en ésta y eso significa que tengo que olvidarte. He leído las paginas anteriores y me doy cuenta que sigo por ese mal camino que desde hace tanto tiempo estoy empezando a dejar. Pero siempre empiezo y no termino.

Todavía ayer no me había enamorado de ti y por eso seguía a salvo. Pero el día de hoy y el maldito alcohol me dieron otro empujón y también tus abrazos dormidos. Pronuncie las palabras que me han hundido. Estoy en peligro.

Pero ha venido la luz del día y todo ha cambiado. El resultado no me sorprende era algo que todos sabíamos pero no habíamos comprobado.

Ésta ni siquiera es la primer carta que te escribo, la primera carta, que te escribí en junio, la que me hubiera evitado toda esta incertudumbre se perdió en el viento que ronda el viaducto. De todas formas la escribí pensando que 1. No te la iba a dar. 2. No la ibas a entender. 3. Yo no le iba a hacer caso, a pesar de que era lo correcto. 4. Iba a tener que escribir ésta.

He estado analizando la gran cantidad de paralelismos que existen en nuestras vidas, y me doy cuenta que somos casos perdidos, tenemos tanto tiempo tratando de frenar este ritmo destructivo de nuestras vidas, que cada vez que nos lo proponemos las palabras suenan más huecas y falsas. De hecho es más fácil que tú cambies a que yo lo haga, porque en el zodiaco te toco ser del tipo decisivo y yo soy aries: y éste es mi destino por más que huya de él. Pero tu signo solo te ayudaría si verdaderamente te propusieras salir de esto y eso lo veo difícil. Nuestro destino es más bien fúnebre.

Pero eso no abarca todos los aspectos de nuestras vidas, tenemos trabajos estables y buen futuro profesional (¿?). Puede decirse que ya alcanzamos una parte de la grandeza que tenemos destinada pero la verdad es que para que eso sea real tendríamos que superar nuestro propio thanatos y llegar a ser las personas exitosas y responsables que nos da tanto miedo y flojera ser. Yo pensé que esto era suficiente para unirnos, tener algo en común, pero ya veo que no. La realidad es que éste es el último castillo que construyo en el aire, y como decía la primer carta: Ni tu eres el príncipe que va a salvarme, ni yo soy una princesa que necesita ser salvada. Cada uno tendrá que salvarse como pueda.
El ritual ya empezó.

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