Nada mejor para entender la locura de país de uno que leer ... una novela histórica. Sí ya sé que cierto bloguero exhibicionista va a poner el grito en el cielo, porque cierto autor ha dicho una que otra cosilla sobre su profesión pero, jajaja... ni modo!
Los libros de historia me parecen muy interesantes, algunos se pueden leer fácilmente y otros cuestan mucho. Pero el resultado final siempre es agradable y provechoso. Nadie puede decir que sabe algo si no conoce la historia de ese algo. A dios gracias, así se construyen las ciencias del espíritu ( humano, no el santo, (no el enmascarado de plata, la palomita). Para interpretar, en el nivel que quieran, hay que conocer el contexto. Eso hasta los de la (N)Academia lo saben, lo saben.
Por eso yo que ni en sueños escribiría una novela, menos escribiría una novela histórica. Así la realidad sea más prolífica en fantasía que la ficción. Así los recursos estilísticos del escritor estén al alcance del historiador y los recursos metodológicos del historiador, estén al alcance del escritor. Y que con esto no se entienda el reblandecimiento de la cuestión ética, del compromiso con la objetividad de uno y de otro.
Que el autor puede ser historiador y escritor al mismo tiempo, muy cierto, que se pueda escribir novela y documento histórico bajo los mismos rigores metodológicos, NO. En eso tiene toda la razón dicho autor cuando habla de "elegir".
El que la novela histórica tenga buena acogida por los estudiosos de la historia, por los aprendices de la historia, es muy enriquecedor; puede lograr que el lenguaje con el que la historia se ha escrito durante mucho tiempo se haga más creativo y atractivo. Pero el historiador o el aprendiz de historiador no ha de quedarse en la versión novelada. Debe ir más allá.
Pero yo que soy aprendiz de todo y oficial de nada ME QUEDO CON LA NOVELA HISTÓRICA.
Y qué tiene que ver todo esto con la navidad, pues que leyendo Noticias del Imperio de Fernando del Paso, he podido comprender mejor las obsesiones del Sr. López.
Reconocer que a pesar de todo lo que despotrico contra ciencia, método y demás artilugio, contra política, demagogia e hipocresía, contra la estupidez humana encarnada en cada una de las figuras políticas o de gobierno, puedo juntar de aquí y de allá, de lo profano, de lo sublime, de lo sucio, de lo común, de lo ininteligible, y llegar a comprender algo, un atisbo del sentido, sí, del sentido.
Los libros de historia me parecen muy interesantes, algunos se pueden leer fácilmente y otros cuestan mucho. Pero el resultado final siempre es agradable y provechoso. Nadie puede decir que sabe algo si no conoce la historia de ese algo. A dios gracias, así se construyen las ciencias del espíritu ( humano, no el santo, (no el enmascarado de plata, la palomita). Para interpretar, en el nivel que quieran, hay que conocer el contexto. Eso hasta los de la (N)Academia lo saben, lo saben.
Por eso yo que ni en sueños escribiría una novela, menos escribiría una novela histórica. Así la realidad sea más prolífica en fantasía que la ficción. Así los recursos estilísticos del escritor estén al alcance del historiador y los recursos metodológicos del historiador, estén al alcance del escritor. Y que con esto no se entienda el reblandecimiento de la cuestión ética, del compromiso con la objetividad de uno y de otro.
Que el autor puede ser historiador y escritor al mismo tiempo, muy cierto, que se pueda escribir novela y documento histórico bajo los mismos rigores metodológicos, NO. En eso tiene toda la razón dicho autor cuando habla de "elegir".
El que la novela histórica tenga buena acogida por los estudiosos de la historia, por los aprendices de la historia, es muy enriquecedor; puede lograr que el lenguaje con el que la historia se ha escrito durante mucho tiempo se haga más creativo y atractivo. Pero el historiador o el aprendiz de historiador no ha de quedarse en la versión novelada. Debe ir más allá.
Pero yo que soy aprendiz de todo y oficial de nada ME QUEDO CON LA NOVELA HISTÓRICA.
Y qué tiene que ver todo esto con la navidad, pues que leyendo Noticias del Imperio de Fernando del Paso, he podido comprender mejor las obsesiones del Sr. López.
Reconocer que a pesar de todo lo que despotrico contra ciencia, método y demás artilugio, contra política, demagogia e hipocresía, contra la estupidez humana encarnada en cada una de las figuras políticas o de gobierno, puedo juntar de aquí y de allá, de lo profano, de lo sublime, de lo sucio, de lo común, de lo ininteligible, y llegar a comprender algo, un atisbo del sentido, sí, del sentido.
1 comentario:
No sé, no sé, nunca me ha agradado la novela histórica. En ese ámbito sí prefiero los reportajes, un buen reportaje puede ser igual de novelezco que una novela, sin serlo, y por lo menos intenta no traicionar a la realidad que, la mayoría de las veces, supera a la ficción.
Pero bueno eso ya es cuestión de gustos y enfoques. No me hagas caso. Saludos.
Publicar un comentario