Una vez Ulises compró un reloj, parecía que no servía y esa noche oyó muchos ruidos. Como él era muy curioso se levantó a ver que pasaba y se llevo un bat de béisbol que tenía al lado de su cama, prendió la luz y en eso vio que era el reloj, Ulises le preguntó al reloj:
- ¿Quién eres tú?
- Me llamo Tito y soy un invento de un científico que estaba trabajando en un nuevo invento para ganarse un trofeo de ciencias. Pero como tardé mucho en funcionar se desesperó y me vendió. Y cuando usted me compró yo ya estaba vivo, por eso me iba a salir de su casa.
- ¿Así que tienes vida? Le dice Ulises sorprendido.
- Si, tengo vida y si quieres me voy.
- No, no te vayas –dijo Ulises- porque eres muy útil.
- Bueno, no me voy.
Pasaron meses y Tito seguía viviendo con Ulises pero llego un día en que rompió su promesa porque quería saber que había pasado con el científico. Pero el científico ya había inventado otro reloj. Poco después en las noticias el científico anunciaba que había inventado un reloj parlanchín que funcionaba perfectamente y Ulises supo quién había inventado a Tito, fue a buscarlo para darle la noticia y se dio cuenta que había desaparecido.
Tito llegó a la casa del científico, encontró al otro reloj y lo convenció que se fueran de ahí.
El científico y Ulises buscaron a sus relojes por cielo mar y tierra pero nunca los encontraron.
Meses después aparecieron los dos relojes rotos y oxidados porque los había sorprendido la lluvia en uno de sus viajes.
El científico quedó muy triste porque nunca comprobó que su invento funcionaba y nunca logró construir otro que funcionara bien.
Ulises quedó muy triste porque nunca volvió a platicar con su amigo Tito.
Escrito por Jonathan Cruz Sequera.
4 comentarios:
Buen cuento, un poco con un final inesperado, pero eso no le quita lo grandioso y más por haber sido escrito por un niño, tiene ímplicita toda la inocencia y toda la imaginación que si bien no se pierde con la edad, sí se distorsiona y se vuelve algo más cruda.
Felicitadlo e incitadlo a que siga escribiendo, tiene toda la escuela y los genes escriturales de su inteligente tía.
"-Bueno, no me voy." Jajajaja, qué espontaneidad tan chida. Me sacó la sonrisota que me había hecho falta por semanas.
Me encantan los cuentos escritos por niños, tienen ese aire de inocencia que solo ellos saben plasmar, me encantó, una idea muy original.
Mi carnala escribió uno cuando tenía como 7 años y lo publicaron en un libro junto con todos los cuentos de sus compañeros, a ver si luego publico algunos.
Saludos!!!
A veces es más interesante leer cuentos escritos por niños que los escritos por adultos; me gustó, ojalá siga escribiendo :D
Ahora que recuerdo... yo también escribía cuando tenía como 11 años, pero dejé de hacerlo por que la maestra me decía que eran muy infantiles mis escritos (??!!) :(
En fin, traumas del pasado...
Un abrazo Lu
Publicar un comentario