viernes, 20 de marzo de 2009

Mitocondrias: José Manuel Aguilera en Acústico/Solo


Mitocondrias
Cargado originalmente por lu garcía

Hay ocasiones en las que es necesario partir de absurdos, como transmitir con palabras una emoción, una sensación, una experiencia derivada de la música.
Conciliando la situación, se puede hacer un intento descriptivo. Decir, por ejemplo, que él vestía un elegante traje negro, italiano –probablemente– y bebía una copa de vino tinto. Se veía tranquilo, pero, en cierto modo, emocionado. Entre él y nosotros había una guitarra, y ésa era la razón por la que todos estábamos ahí.

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martes, 17 de marzo de 2009

Crimson



Es hermosa.


El problema de Crimson es sólo uno: Vista. pffff
Es un asco, y lo digo yo que soy una persona que logra adaptarse a casi todo.
Sigo investigando como trabajar el control de cambios que es una de las herramientas que más utilizaba en Word. bujuju Wooooooooord!!!!!

sábado, 14 de marzo de 2009

Se me quemaron los nopales

Confié de más en mis habilidades fundadas en la maestría que se adquiere luego de muchos años de experiencia, y con esto me refiero tan solo a lo bien que me quedan forever and ever los nopales asados.
Creo que esa es la lección que tengo que aprender y una vez que lo haga, podré morir tranquila en brazos de Hugh Jackman mientras me dice por milésima vez que soy el amor de su vida.
Y es que me tropecé dos veces en esta semana con esta situación, una el miércoles y hoy lo de los nopales.
Me cuesta hablar del miércoles, pero ahí les va:
Estaba en una de esas reuniones de un grupo que he tenido a bien llamar "La Mesa que más aplauda". Como soy muy propia y siempre me visto conforme a la ocasión, me produje un look onda "feminista de izquierda preocupada por la pobreza en el mundo" jeans de marca-blusita formal con influencia hipiteca-collar folkorico elaborado por nobles manos indígenas (aclaro: mis jeans no eran de marca pero mi collar si lo produjeron nobles manos de indígenas queretanas) y en cuanto llegué, puse cara de "lidereza de ong izquierdista que se pasea por todo el mundo asistiendo a lujosos congresos de puras buenas intenciones" (notarán que me pongo sarcástica tratando de no hablar del tema en sí). Tengo dos buenas costumbres que sigo siempre en ese tipo de reuniones, la primera, no decir ni pio; la segunda, no urgarme la nariz. La primera me asegura un perfil bajo. La segunda es algo que hago únicamente cuando estoy en medio de una cerebración profunda (por ejemplo cuando escribo un post) que es imposible de lograr cuando montones de hurracas tratan de ser amables y demostrar que no se odian a muerte.
¿Por qué conservo un perfil bajo? Tres razones:
Una, perfil alto=coordinador de comisión=trabajo extra con el que otros se van a parar el cuello.
Dos, es mi estilo
Tres, ofrece lo que todo buen estratega conoce como "el factor sorpresa"
Formalidades por acá, chistes malísimos por allá, informes chaquetos, exigencias e indignaciones, discursos gastados. Cada que estoy en una de esas reuniones me dan ganas de despeinarme, ponerme las botas de montaña e irme a Nueva Guinea a predicar el ipodismo.
En esas elucubraciones estaba cuando entre todo ese palabrerío me llegan fragmentos de un discurso plagado de indignación y abnegación por el futuro de nuestras criaturas. Me doy cuenta que indirectamente están criticando mi trabajo, claro, sin decir que es mío, pero mis agudizados sentidos felinos no fallan. Fue brutal. Y también fue completamente inmerecido. Explicaciones tengo muchas. Pero las explicaciones son como el hilo dental de las tangas, en medio de las circunstancias pasan desapercibidas.
Al final de todo eso camine por casi una hora (como hacía calor me compre un raspado de vainilla), pensando en mis excesos de confianza, en que lo de predicar el ipodismo puede ser mi verdadera misión en la vida y que estoy perdiendo tiempo valioso. Al pasar por una agencia de viajes, estuve apunto de comprar mi boleto de avión a Nueva Guinea preguntándome retóricamente si habría aeropuertos allá, cuando me acordé que tengo que ir a Guanatos a celebrar el inicio de la primavera. Pasé el resto de la semana pensando que ese había sido el peor día de mi vida. Pero hoy en la mañana mientras intentaba respirar por la boca y hacer la brazada reversible, me di cuenta que el peor día de mi vida será cuando me muera y que, aunque les parezca inconcebible, no nací sabiendo y alguna vez me iba a llevar una descalabrada de ese tipo, pero que para eso están las banditas de dinosaurios del Waldo´s Mart.
Y apesar de todo, los nopales con su pechuguita de pollo asada, estaban a toda madre. Y ya me siento mejor, puedo hablar del asunto sin necesidad de planear una cruel venganza. Lo cual es una muestra de, sí otra metáfora de la nadeishon: Una vez que aprendes a flotar, está bien cabrón que te hundas.

jueves, 12 de marzo de 2009

cosas que yo ya sabía... otras que no

Alguna vez leí algo que decía: no sabemos si los animales pueden pensar; lo que es cierto es que pueden sentir. ¿Sentirán la música los animales?

Yo me inclino por los gatos, como otros se inclinan por los perros. Se que esta diferencia es tan irreconciliable como la que hay entre los usuarios de Mac y PC. Me gustan los gatos fundamentalmente por elegantes y por… misteriosos. Son como pequeñas panteras que (a veces) se dejan acariciar. Alguien me dijo esta otra: Dios hizo a los gatos para que el hombre supiera lo que es acariciar a un león. Algo así.

Quienes se inclinan por los perros tienen la idea de que los gatos no son cariñosos, y que no te hacen caso. Quienes hemos convivido con éstos sabemos que tal idea es falsa. La cosa es hallarles el modo.

Lua llegó conmigo a mediados de septiembre del 2006. Un día antes yo había tocado en el foro Alicia con los Jaguares, para celebrar su décimo aniversario. Lua tenía apenas dos meses y yo dos años ya sin tener gatos. Fue su color, gris oscuro, el que me hizo llamarla Lua, que es luna en portugués.

Como suele suceder con mis gatos, pronto Lua encontró el camino al estudio. Al principio, como estaba chiquita, se dedicaba a morder mis cables, a tirar mis discos, a mordisquear mis zapatos. Yo la ignoraba. Solo cuando era mucho su desmadre pegaba un grito que la hacía salir huyendo en alta velocidad. Después se acostumbró. Solía entrar por la ventana, la cual yo tenía que abrirle pacientemente cuando me maullaba. Luego se acurrucaba cerca de mí.

Y ahí estuvo horas, oyéndome hacer las canciones de Providencia: repetir una vuelta de acordes setecientas veces, quedarme media hora viendo por la ventana…actividades sin sentido práctico alguno. Pero confirmó lo que ya había vivido con mis gatos anteriores: los felinos son animales musicales, están equipados para ello.

El día que finalmente llegaron los discos terminados, brillositos en su envoltura de celofán, me di cuenta que Lua no andaba por la casa. Solía darse sus roles nocturnos que a veces duraban días (otra cosa que me gusta de los gatos). Luego aparecía por ahí como si nada y, exhausta de su reventón, se dormía encima de mí.

Pero esta vez parecía algo distinto. Para empezar, a mi mismo me extrañaba su ausencia. Al día siguiente tampoco la vi. Esa noche estaba anunciado un eclipse lunar. Nos acordamos y salimos a verlo. Cuando la luna se ensombreció totalmente, supe que Lua no iba a volver. Estuvo aquí sólo por Providencia.

Lua lua lua lua
Por um momento meu canto contigo compactuar....

José Manuel Aguilera.
Anden visiten la nueva página Web de LB.

lunes, 2 de marzo de 2009

Amazing



Alterego me paso un link este fin, normalmente hace buenas recomendaciones, ésta es , sin duda, una de las mejores.
(tengo hueva pa poner link, ya hay uno en el blogroll)