lunes, 4 de diciembre de 2006

No hay mal que por bien no venga, ni que dure cien años, ni... ni...

Como los días empiezan en las noches yo empecé este día de biliosa porque no podía entrar a ver mi estado de cuenta por Internet, no sé si fue el bloqueo de pop-ups, el nivel de seguridad de Isis, mi lap o que siendo la una de la mañana, con tanto frío y con la mente todavía en la metalmusic de cdc, yo no estaba haciendo bien las cosas... también que perdí mi tarjeta del banco y no había entrado con esta nueva. (update de cronopio 2.0 tal como la esperanza lo predijo NO me dieron la tarjeta de crédito, no sé si porque mi mamá se negó a decir cuánto gano por precaución ante un posible fraude telefónico (como si fuera taaanto) o porque luego los del banco le hablaron para decirle que no se podían comunicar a mi chamba, (que ciertamente el conmutador falla y estaba en reparación) o porque de alguna manera leyeron el post y se enteraron que todo era inventado (cosa que veo más difícil pero no imposible).

El caso es que me fui a dormir porque no quería llegar tarde el primer día de trabajo del nuevo sexenio en que nos regresaron la pierna y muslo del escudo y dejamos de ser la banda del águila mocha. Me desperté temprano, me alisté, desayune rapidito y me preparé unas deliciosas fresas con crema y jarabe de chocolate para llevar.

Salí con muy buen tiempo, la la miau, la la miau, y todo en el camino iba normal yo metidota en mi libro que ni me entero de nada. Después de trasbordar, me tocó ir parada, el metro tardó en avanzar. En la siguiente estación se subió un hombre ya mayor con una mano mutilada, con curaciones recientes, lo observé, escuché su historia y le creí. No sé si porque estoy casi segura de haberlo visto antes en una situación que hace legítima su historia o porque me dieron ganas de creerle. Abrí la cartera y le di todas las monedas que traía, que era lo único que traía y que no era mucho. Íbamos muy lento. Hasta que entre estaciones el tren se detuvo. Me faltaban nueve estaciones. Dos minutos, cinco, diez... el calor aumentaba y yo con mi chamarra de pluma de ganso cual los almohadones de Mamá Carlota. Quince minutos. En cinco minutos más sería mi hora de entrada. Pero tengo treinta de tolerancia. Le mandé mensaje a mi jefa y me calmé, pero dejé mi lectura porque desde hacía rato venía escuchando la plática de dos mujeres que estaban paradas junto a mí. Guardé el libro y como pude me quité la chamarra. Llevábamos veinte minutos, y si contaba los que el tren se tardó en salir de la terminal pues ya era un buen. La señora platicó de todo lo que tuvo que pasar para que su marido buscara ayuda para controlar su violencia y su manera de beber y cambiara su forma de relacionarse con ella y su hijo. Esa señora tiene más o menos mi edad. Luego terminó hablando de cómo se convirtió al cristianismo. Pensé un poco en mí, que siempre he estado en un estira y afloja con mi religión. (That's me in the corner, That's me in the spotlight, Losing my religión, Trying to keep up with you) Que por eso soy un gato, que por eso no podía ser otra más que yo, y que Emiliano me regresó esa fe que había perdido. Últimamente he dado por decir que soy católica punk, sí ríanse, pero es lo que mejor define mi postura ante algo que por costumbre, porque así me educaron, no puedo desechar, no quiero, porque además, a pesar de las evidentes contradicciones entre teoría y práctica, de la corrupción en las esferas de jerarcas y demás, de mi formación universitaria, tengo la necesidad de creer en algo, no en la vida eterna, quizá tan sólo en el poder de uno y de todos: la buena voluntad, el amor por la vida. Treinta minutos. Por estar cavilando no sentí esos últimos diez. Por fin el tren avanza. También pensé en que no tengo ni la menor idea de qué ruta alterna y que no sea un tremendo rodeo puede llevarme a mi trabajo, y recordé que alguna vez en una misión especial tomé un “micro” que me dejó relativamente cerca, pero ya estoy lejos de donde lo tomé aquella vez. Salirse no era opción faltando tanto camino por recorrer, aunque tal vez un taxi. Pero le había dado todo mi dinero al señor y tendría que pasar al cajero. Y eso era más tiempo y el tráfico y cuánto me iba a gastar, tal vez llegara primero el metro. Se desocuparon dos asientos y la señora cristiana y su amiga se sentaron. No pude hacer otra cosa que esperar a que el metro llegara a mi destino. En la siguiente estación se desocupó un asiento frente a mí y por fin puede volver a sacar mi libro. De entre la multitud, una señora ya grande se paró junto a mí pero dándome la espalda. Guardé mi libro y le di el asiento. Me preguntó si quería que me cargara la chamarra y le dije que no era necesario. Ambas escuchamos a la señora cristiana decir que la biblia es un libro escrito durante miles de años y que a pesar de eso tiene coincidencias, y que los cristianos tienen una versión traducida al lenguaje del siglo pasado. (Every whisper, Of every waking hour, I'm Choosing my confessions, Trying to keep an eye on you, Like a hurt lost and blinded fool) La señora mayor me hizo la plática: qué calor y qué tarde, yo le comenté lo de las imposibles rutas alternas. La señora cristiana siguió platicando que en su grupo le ayudaron también con el problema de su esposo, y que además estudia las dos biblias, para encontrar las diferencias. Desde hacía rato, todo el mundo venía super interesado en su platica, considerando que no había mucho que hacer en esas condiciones. La señora mayor vio mi medallita, un muñequito de cabeza y un corazón roto a cada lado. Me preguntó qué era y le dije: Es San Antonio. Ella se rió. Está chistoso. Tú eres católica verdad? Me preguntó. Yo sólo sonreí y moví la cabeza diciendo que sí, creo que para ella sería demasiado que le explicara que soy católica punk: que siempre estoy en redefinición, que estoy en contra de "el sistema" creado por los que se benefician con él, y que apesar de eso soy guadalupana de nacimiento; devota de San Antonio porque me provee de novios y me ayuda a encontrar y recordar todo lo que mi memoria distraída pierde y olvida; simpatizante de San Francisco de Asis porque ambos amamos a los animales; y fan San Miguel Arcángel porque colecciono relatos y fotos suyas. Muy difícil de explicar, sobre todo con ese calor infernal.

I've said too much, I haven't said enough ...

Y total que llegué una hora tarde a trabajar, y que es muy probable que me descuenten, pero no se preocupen queridos lectores, eso tampoco es tan malo, porque esos trecientos varos aprox. se quedan en el erario, y se pueden aprovechar en otra cosa. (Claro que como estamos en el Año de Hidalgo: pendejo el que deje algo). Y curiosamente hace rato que quise ir al cajero por dinero para ir a comer me di cuenta que no traigo la tarjeta, seguramente la dejé junto a mi lap. Pero para calmarme por toda la bilis resultante pues están las fresas con crema y jarabe de chocolate.

Update: Y resultó que como el caos fue generalizado no penalizaron a nadie por llegar tarde!

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Mmmm, muy largo relato, pero más largas serán las mañanas de aquí a enero, acostúmbrese porque la locura está a la orden del día...

Anónimo dijo...

Hay tráfico por todos lados, yo me he acabado mi pobre, pobre economía en taxis, y eso no quita que llegué temprano...

Saludos!!

Anónimo dijo...

pues parece generalizado... aquí también está el tráfico para llorar, y el pseudo sueldo se va en taxis (y sí, sé que no hay comparación en la escala)

me gustó tu relato... no tus dilemas sino las coincidencias (que yo sí creo en ellas)

espero que el resto de tus días sea menos complicado en cuanto a tráfico (ni hablar, habrá que levantarse más temprano)

me llama la atención la descripción de tu dije, se vale una foto o un escaneo?

abrazosotes

Anónimo dijo...

posdata (o aclaración quizá innecesaria?):

cuando digo "no tus dilemas" me refiero a que no creas que me gustó que se te hiciera tarde, ni que sufras por el tráfico, etc

:)

Anónimo dijo...

Ashhhhh en mi trabajo pasa lo mismo con el fucking conmutador, ¡JAMÁS contestan! La recepcionista no sé en qué chambea... Oye, ya que tu eres devota y fiel creyente de San Antonio, ¿le puedes hacer un ancarguito de mi parte? Se me hace que tu si tienes vara alta con él...

¡Besos!

Anónimo dijo...

Que historia!!!! en alguna época de mi vida fui taxita por un año (hace mas de 10 años) y sé lo que se vive con el maldito tránsito, aparte de que viajar en el metro es toda una aventura, sobre todo ya cerca de la media noche, tengo unas anécdotas muy chidas ahi.
Por cierto, que chido que te definas católica punk, eso si es interesante, me gustaría conocer esa historia

Anónimo dijo...

Juan, mucho me temo que sí, el caos apenas empieza.

Val, a cuantas horas de tu trabajo vives????

i, no se apure, al rato subo la foto

Ginger, no creas, antes del negro me mandó cada especímen (o eso incluye al negro?) jajaja, luego te paso el ritual completo, pero sí, creo que me consiente...

Skantor, orales con tus chambas, ya deberíamos viajar en helicóptero no? por lo menos acá tengo un helipuerto cerca, ja ja y lo de católica punk no tiene gran historia, pero viene desde el nacimiento de mi sobrino Emi.

Anónimo dijo...

Caray vaya historia en la cuál me ví reflejado, llega el tiempo en que las pausas se ven más largas que el intervalo entre ellas.
Saludos.

Anónimo dijo...

Amor mio, por mas que le adornes eres Mística.

Por cierto Ginger, no tiene vara alta CON San Antonio, tiene vara alta GRACIAS al San Antonio.

Anónimo dijo...

Hablando de tráfico!!! Hoy, a pesar de el taxi de último minuto que tomé, hice casi 2 horas a la chamba!! Generalmente hago 50 min... Una razón más para odiar la Navidad, jeje.

Anónimo dijo...

Holaaa!

Jajajajaj buenísimoooooo!!!

Jajajajajaj católica punk ajajajajjajajaajajajajajaja
Yo soy Irviano. Llevo ya casi 5 años siendo Irviano y he tenido muy buenos resultados. Creo que Dios está a favor de mi nueva religión ya que usualmente pone en mi camino cosas bastante buenas, y yo siempre le doy gracias: Por darme, por quitarme o simple y sencillamente por dejarme ser Irviano.

Un saludo!

PD: Cuando haya otro concierto interesante en la ciudad avísame no?