Otra vez juntas, soledad... todo está quieto.
Lo que me inquieta es la certeza de que he idealizado todos mis recuerdos sobre el amor. Eso me hace imposible reconocer sus manifestaciones del presente. Es decir, ya no siento nada.
¿Qué más queda en este camino desolado?
Sentarme a disfrutar los pequeños placeres de la vida, mientras poco a poco se consume la “puta esperanza” (esperemos que ahora sí.)
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