miércoles, 21 de abril de 2010

La naturaleza del vampiro.

En el imaginario colectivo, el vampiro o la vampira es ese ser sensual y calculador que domina la mente y logra que, a voluntad, se le entregue la presa rebozante de sangre.

O bien, un ser abominable cuya fuerza y fealdad arrebatan la vida a su víctima.

Pero el vampiro es un ser mucho más diverso, aunque de una y mil maneras, nos empeñemos en reducirlo a los clichés. Y ahí es donde radica el peligro. Porque puedes tener de frente al vampiro y no reconocerlo, y puede dominarte de tal manera que no te des cuenta, hasta que sea muy tarde.

Retomemos sí, esa idea de seducción, la idea de control que te hace cautivo de su presencia. Retomemos también, la idea de sometimiento. Esas son sólo dos armas. Pero los recursos que tienen los vampiros son miles, han llegado incluso, a las redes sociales.

Y es que el vampiro, es a veces el abonero o la señora de la tanda que llega por tu quincena, y te deja con un presupuesto, que apenas alcanza para un Tonayan (algunos, que consideran lejano a su realidad los anteriores ejemplos, han sustituido estas tradicionales figuras por la tarjeta de crédito, pero para el caso es lo mismo).

El vampiro, puede ser ese objeto de tu deseo que te roba el aliento, las ganas de sentir. Que se queda con los minutos que lo piensas, maldices o extrañas.

Que se queda con tus discos, libros y mascotas. Que te deja un espacio vacío en el que era su lado de la cama.

El vampiro ese ser apoquinado que le declara la guerra a los narcos, y trata de mantener una farsa con la que te quita la tranquilidad, te impone el toque de queda y va matando a tus congéneres, de preferencia a los más débiles y desprotegidos.

Hay unos seres vampíricos, que son especialmente despreciables, dicen ser “tus representantes” pero no hacen que se oiga tu voz en ninguna parte, ellos se aumentan el sueldo y los bonos a placer, y se dan permisos y vacaciones a tus expensas.

Otros vampiros, unos muy peligrosos, están sueltos entre nosotras, consumen poco a poco la voluntad de sus víctimas, las transforman en títeres que golpean una y otra vez, les destrozan el rostro, los lazos familiares. Desquician, acusan, despojan, apalean, hasta quitarles la vida, destrozan sus cuerpos en el afán de poseerlos y los dejan desnudos, abandonados, irreconocibles en los baldíos y las carreteras.

El vampiro, también puede ser inanimado, un artefacto multiforme y multifuncional que atraerá tu atención durante horas, que absorberá tus ideas para convertirlas en mierda, o te creará la ilusión de que estás en comunicación con otros. (Yo podría jurar que algunos de ustedes traen vampiros en los bolsillos).

Hay vampiros que esperan pacientes a que tus ideas den frutos y los arrebantan. Otros te endulzan el oído y te convencen de lanzarte a ciegas mientras complacidos, observan tu caída.

Hay vampiros que te llenan la cabeza con palabras y se alimentan de ese gesto, que muchas veces no ven, pero que saben que seguro provocan en ti mientras lees sus diatribas. O los escuchas leerlas.

Pueden salir a la calle esta noche y sentirse intranquilos sabiéndose rodeados de vampiros. O pueden mantener la calma y convencerse a si mismos de que sólo aquel que “brille” o explote con la luz del sol, es un vampiro.


Texto leído en la Noche Clandestina de Vampiros, el 16 de abril de 2010 en el Foro de la Comedia.

lunes, 12 de abril de 2010

Vampinoche



¿Quieren pasar la noche conmigo?

La dirección es Tlacotalpan 16 Colonia Roma Sur, a media cuadra de la Estación de Metrobús Campeche.