Recuento (que no reencuentro)

Ya es lunes y yo debería estar dormida.

Mañana el trabajo... es una escena desolada.
Mi jefé renunció. (Director de área)
Vuelve a Argentina.
Se cansó de la prepotencia, de la cerrazón, de que la gente de mente pequeña crea que tiene el poder.
Él hacía que yo me sintiera libre: de pensar, de proponer, de reir, de vestirme como quisiera.
Pero nos dejó a todos un mensaje:

JAMÁS DEJES QUE NADIE PISOTEÉ TU DIGNIDAD.

Él es un hombre admirable, que predica ni más ni menos que con el ejemplo.

Doce días. Terminé un material didáctico en doce días, agregaría que con sus noches. De ahí mi tic en el ojo. Ja!
Eso me hace sentir feliz, porque mi nombre estará ahí.
Me hace sentir feliz, porque mi subdirectora, editora implacable, que me ha enseñando todo lo que sé, me dijo que le había gustado el resultado.
Pero no todo es felicidad. Navegué sola para conseguirlo. No sentí apoyo de quienes estaban conmigo en el proyecto. Esto opaca un poco la felicidad. También hubo quien me defraudó en este proceso.

En seis días más entrego mi proyecto de tesis, para aprobación.

Hoy es cumpleaños de Emiliano.
Dos años que se han ido como agua.
Sin duda, mi vida cambió desde que mis ojos se posaron en los suyos.

Ayer, domingo, hubo casa llena para celebrar el cumpleaños de Emi.
Y Renato conoció a mi familia.
Gracias por venir, amor!