Todas las palabras que conozco son tan huecas y sin sentido. Como si no
hubiera ninguna que pueda explicar, siquiera aproximarse.
Ni lamentos, oraciones o maldiciones, nada sirve.
Todo es inútil.
Eso que por momentos duerme, se ha despertado.
Nada ha quedado en su lugar. Todo, ya roto, se arrastra por los suelos.
Y es inútil llamarlo dolor, desesperanza, miedo...
Nada existe, sólo esto que invade, que muerde...
y me quedo manoteando al vacío,
tratando de defenderme: que no salga, que se quede ahí adentro,
que se pudra con todo lo que desgraciadamente siento por ti.
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