Lo visible oculta lo invisible, por lo tanto seguiré buscando mi centro indestructible.
miércoles, 30 de junio de 2010
@tempestad_
tempestad.
(Del lat. tempestas, -ātis).
1. f. Tormenta grande, especialmente marina, con vientos de extraordinaria fuerza.
2. f. Conjunto de palabras ásperas o injuriosas.
3. f. Agitación de los ánimos.
4. f. ant. Tiempo determinado o temporada.
levantar ~es.
1. loc. verb. Producir disturbios, desórdenes, movimientos de indignación, etc.
Eso dice el Diccionario de la lengua española y yo le creo.
lunes, 28 de junio de 2010
Juntas hasta la cajita de cenizas...
sábado, 26 de junio de 2010
...
viernes, 25 de junio de 2010
Hincha
Nuestro hombre, partidario fanático del club montevideano, y sus gritos estentóreos: « Nacional!» eran famosos a principios del siglo pasado en las canchas donde jugaba su club. Y es fácil imaginar cómo resonarían los gritos del talabartero si se tiene en cuenta que inflaba las pelotas sólo con la fuerza de sus pulmones.
Durante los partidos, otros aficionados solían comentar ante las ruidosas demostraciones de Reyes: «Mirá cómo grita el hincha». Y poco a poco la palabra hincha se fue aplicando a los partidarios del Nacional que más gritaban en los partidos; más tarde se extendió a los demás y, finalmente, a los partidarios de todos los clubes.
La palabra se extendió al resto del mundo hispanohablante con los Juegos Olímpicos de 1924 y 1928, cuando el fútbol de Uruguay ganó sendas medallas de oro, y en el Mundial de 1930 de Montevideo.
http://www.elcastellano.org/palabra.php
jueves, 17 de junio de 2010
El cara de memorandum y cutis de curriculum
Camina mecanografiando
Con cara de memorandum
Y faltas de ortografía
En toditita su vida.
Tal como si pasara lista
Se asoma por la camisa
Y entonces dice presente
Y entonces se sienta ausente.
Se agacha mecanotecleando
Haciéndose el ocupado
Pues toda su fortaleza
No pasa de aquella mesa.
Allá va ya Don Archivaldo
El cara de memorandum
En los labios del alcohol
Se pone unas de buró.
Fornica mecanografiando
Con cara de memorándum
Y es su propia taquicardia
La que se bajó la falda.
Aquellos espermatozaurios
Con cara de memorándum
Y cola de ventanilla
Se estrellan en la letrina.
En el pesero y en un bar
Pensando en su intimidad
Y aquel pellizco moral
Lo vuelve a la realidad.
Con todo y cutis de curriculum
No le teme al ridículo
Ahí viene don Archivaldo
El cara de memorandum
Comiendo y mecanografiando
Platica tartamudeando
Salpicando frasezotas
Con dos tres trozos de torta
La máquina de muele y muele
Papeles y más papeles
Escupiéndolos a pasto
Para empollarlos sentado
Se siente muy original
Encima de los demás
Calcado en papel carbón
Pa’ diez copias de cajón
Allá va don Archivaldo
El cara memorandum
Se pone unas de buró
En el cráter del alcohol
Su jefe es un tiranosaurio
Con traje color grisaceo
La diferencia aquí estriba
En que uno está de rodillas
Su meta está en checar tarjeta
Sus delirios de grandeza
No pasan del microscopio
O sea del escritorio.
Haciéndos e el interesante
Saluda a sus semejantes
Que siempre le ven la cara
De memorandum
Aclara,
Con todo y cutis
No le teme al rídiculo
Con cara de memorandum
Ahí viene don Archivaldo
Ahí viene don Archivaldo
Ahí viene don Archivaldo…
Jaime López que siempre me pone de buenas aunque me vuelvan a descontar varo por llegar tarde.
lunes, 7 de junio de 2010
Señores que se van a las cuatro de la mañana
Los minutos pasan como queriendo aflojar los tornillos que mantienen en su lugar a la conciencia. La noche calurosa hace rodar por mi cuerpo gotas de sudor. Es un mucho de bochorno y un más de somnolencia. Un aire tibio entra por la ventana y el ruido de la calle, insolente. Resisto porque quiero verte dormir. Pero también, es la marca en la espalda, la que no deja que esté totalmente tranquila. Son tus dedos marcados. No recuerdo en qué momento me sujetaste tan fuerte, así como para tanto.
Debo confesar que lo último fue un exceso. Sobre todo porque yo no soy masoquista. No me gusta el dolor, no lo disfruto, no sé cómo convertirlo en placer. Sólo sé que es intenso y que lo intenso me gusta, pero hasta ahí. Me gustan las sensaciones intensas, como meterte de buenas a primeras bajo el chorro frío de la regadera y sentir que te brinca el alma.
Recorro mentalmente la sesión. Besos suaves, buscando a discreción cada milímetro en los labios del otro, el abrazo de las lenguas. Me gusta absorber tu aliento. Me gusta que vas lento, aunque sea de madrugada, y haga calor y pesen los ojos de sueño. Aunque, de hecho, no es necesario abrir los ojos.
Me gusta que te acuerdes de lo que te he dicho que me gusta. Que cada movimiento sea preciso, como ensayado. Es muy curioso que lleguemos hasta aquí, casi sin conocernos, pero sí sabiendo mover los hilos y con la conciencia plena de que hay conexiones precisas: la medida de las circunstancias.
Eres un pronombre que se escribió solo. Eres un adjetivo que cayó como anillo al dedo. Eres un verbo que taladra. Eres una historia con fe de erratas que nunca saldrán a la luz. Eres una zona de confort itinerante.
No creo en esas ideas románticas de “que somos uno mismo”. Ni siquiera en el momento en que me penetras. No. Somos dos individuos que se regalan un poco de intimidad y placer. Felicidad efímera, si me permites el pleonasmo.
Eres el necio que se despierta a las cuatro de la mañana, e insiste en arañar la noche buscando su propia cama.
Yo, ferviente creyente del “aquí y ahora”, no me incomodo en nada al ver que te vas. Ya te he regalado lo mejor que tengo.
Buenos días.
Cuando Rox, regrese de mochilear por el sur, tal vez suba este cuentito a No le cuentes a mi Padre.